
La Cuaresma ha sido, es y será un tiempo favorable para convertirnos y volver a Dios Padre lleno de misericordia, si es que nos hubiéramos alejado de Él, como aquel hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) que se fue de la casa del padre y le ofendió con una vida indigna y desenfrenada. Esta conversión se logra mediante una buena confesión de nuestros pecados.
Los Padres de la Iglesia nos enseñan que para avanzar espiritualmente debemos unir la oración, el ayuno y la misericordia. Las tres se complementan.
Durante la cuaresma se nos recuerdan estas verdades que debemos vivir siempre, ya que la Iglesia Católica las recomienda para vivir adecuadamente el Tiempo de Cuaresma.
LOS TRES PILARES DE LA CUARESMA

«Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. »
(Mt. 6, 16)
Cristo ayunó para darnos ejemplo. Ayunamos como sacrificio ofrecido a Dios y para ganar domino sobre las pasiones y las tendencias de la carne. Con el ayuno nos ejercitarnos. Nos recordamos de los que pasan hambre y nos hacemos solidarios.

«…Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa.» (Mt. 6, 6)
Al sabernos amados de Dios deseamos corresponder, alabar a Dios y pedirle que tome el trono de nuestra vida. Meditamos la palabra de Dios de cada día, celebramos la santa Misa, nos confesamos.
Si la limosna era apertura al otro, la oración es apertura a Dios. Sin oración, tanto el ayuno como la limosna no se sostendrían; caerían por su propio peso.

«Cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha»
(Mt 6, 2-3)
Los cristianos llamamos “limosna” al compartir con los mas pobres nuestros bienes. No debe ser un aporte de lo que sobra sino un acto de amor hecho de corazón, un compartir que nos mueve a renuncia y al sacrificio. Todo viene de Dios como don. Toda nuestra vida debe convertirse en una dádiva de amor en imitación a Cristo.

El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo de reflexión, conversión y preparación espiritual en el que nos acercamos a Dios con un corazón humilde. Durante esta celebración, la imposición de la ceniza en la frente nos recuerda nuestra fragilidad y la importancia de renovar nuestra fe con oración, ayuno y obras de caridad.
En nuestro Colegio Margarita Bosco, vivimos este día con recogimiento y compromiso, asumiendo el llamado a fortalecer nuestro espíritu y a caminar con esperanza hacia la Pascua. Que este tiempo de gracia nos ayude a crecer en amor, perdón y servicio a los demás.
💜 “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1,15) 💜










