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MENSAJE DEL RECTOR MAYOR A LOS JÓVENES

MENSAJE DEL RECTOR MAYOR A LOS JÓVENES

Fiesta de San Juan Bosco – 31 Enero 2018

 Mis queridos jóvenes: reciban mi saludo lleno de afecto y la promesa de mi oración por todos ustedes. Al igual que el año pasado, en este día de la Fiesta de San Juan Bosco, 31 de enero, yo me encuentro en otra parte del mundo. Esta vez en Asia, Timor Este. Desde aquí deseo hacerme presente en los más diversos lugares del mundo donde haya jóvenes que viven esta alegría de sentir que el Señor les ha regalado a Don Bosco como Padre y Maestro de la Juventud.

Está todavía muy reciente el encuentro del Papa Francisco con los jóvenes de Chile y de Perú, días atrás. También hay un gran movimiento en torno a la preparación del Sinodo de los Obispos, convocado bajo el lema: “Jóvenes, Fe y Discernimiento Vocacional”. Y el mismo Papa Francisco quiere encontrarse, en la semana previa al Domingo de Ramos, con delegaciones de jóvenes de todo el mundo, porque desea un “encuentro donde ustedes van a ser los protagonistas, jóvenes de todo el mundo, jóvenes católicos y no católicos, jóvenes cristianos y de otras religiones, y jóvenes que no saben si creen o no creen; todos, para escucharlos, para escucharnos directamente, porque es importante que ustedes hablen, que no se dejen callar”.

Todo esto me produce una inmensa alegría.
¿Saben una cosa? Cuando voy por el ‘mundo salesiano’, en las más diversas naciones, y me encuentro con ustedes los jóvenes, y veo sus rostros, sus sonrisas, sus miradas sinceras, limpias, auténticas, me digo: el mundo, y la Iglesia, y nuestra Familia Salesiana, y el Movimiento Juvenil Salesiano en todo el mundo, tienen un gran presente y un hermoso futuro.
Recuerdo que el año pasado les escribí diciéndoles, entre otras cosas, que creíamos en ustedes. Hoy reitero esa mi plena confianza, y les digo más. No renuncien mis queridos jóvenes a sus sueños e ideales, aunque en ocasiones no les resulte fácil. Sigan buscando ardientemente su felicidad, pero esa felicidad profunda, auténtica, la que les hará sentirse muy plenos. Una felicidad que está muy lejos de todo lo que es superficial y vacío; lejos de todo lo que es ‘usar y tirar’ cosas, y con gran dolor les digo que, en ocasiones, personas.
Pensando en ustedes me gusta recordar lo que en su día dijo el entonces Papa Benedicto XVI, cuando les escribió: “Queridos jóvenes, la felicidad que buscan, la felicidad que tienen derecho a saborear tiene un nombre, tiene un rostro, el de Jesús de Nazaret”.

Alguno me preguntará si este mensaje es válido incluso para los jóvenes no cristianos. Sí, les digo que sí. Es válido para todos ustedes, mis queridos jóvenes.
Miren, les cuento una vivencia de hace pocas semanas. Visité la Inspectoría Salesiana de Guwahati, en Assam, en el este de la India, y me impresionó profundamente, al encontrarme en una presencia salesiana con jóvenes universitarios de varias religiones (católicos, hindúes y musulmanes), ver cómo ellos mismos proponían rezar juntos el ‘Padre Nuestro’. Y me conmoví. Y les felicité por lo que eso significaba, porque esos jóvenes capaces de llamar a Dios ¡Padre!, al Único Dios, son quienes serán capaces de construir un mundo de Paz, de verdadera Justicia, de Fraternidad Universal.
Lo mismo expresó el Papa Francisco en su visita a Bangladesh: “Me alegra que junto a nosotros católicos, estén muchos jóvenes musulmanes y de otras religiones. Al encontrarse juntos hoy aquí muestran su determinación de promover un clima de armonía, donde se tiende la mano a los otros, a pesar de las diferencias religiosas”.

Y es por todo ello que me permito sugerirles, incluso pedirles, jóvenes del ‘mundo salesiano’ y de cualquier otra realidad, que abran su corazón a Dios y que se dejen sorprender por Él. Déjenle que llegue a lo más profundo de sus vidas. Nunca les defraudará.
Y hagan la experiencia del Encuentro con Él, y en todo lo posible oren, recen.
¿Puede pedir esto el Rector Mayor a los jóvenes del mundo? Ciertamente. Y lo hago en nombre de Don Bosco, quien en la comunión con Dios les ama profundamente, y se lo pido con profundo convencimiento. Que no nos suceda lo que cuenta Edith Stein (filósofa del siglo XX, y hoy Santa), que hablando de sí misma en su adolescencia decía que “había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar”. Les invito, mis jóvenes queridos, a cuidar y fomentar esa experiencia vibrante que es la oración como diálogo con Dios. Y después sigan siendo generosos en su vida, sigan ofreciendo su tiempo y sus cualidades a otras muchas personas, sigan buscando el modo de crecer en su vida interior y déjense ayudar y acompañar por quienes puedan regalarles, porque antes lo han vivido, este don que es el estar abiertos a la escucha, y con el corazón preparado para acoger lo que Dios, por medio de su Espíritu, les susurre en lo profundo de su corazón.

Tengan confianza en María, la madre del Señor, Madre Auxiliadora. Ella los acompañará en todos los momentos de sus vidas, en las encrucijadas de caminos, y también en las dificultades. Mucho ánimo y nunca se desanimen “porque la vida vale la pena vivirla con la frente alta” (Papa Francisco).

Con todo afecto, siempre padre, hermano y amigo en Don Bosco,

Roma, 31 enero2018

Ángel Fernández Artime, sdb
Rector Mayor

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